Por
Manuel Guillermo Peña Suárez
Saltar para volar entre la niebla,
sin pensar en el final de la caída.
Fulgor de rayo y rosa enloquecida,
surgió el amor cómo un delirio.
Mi torpe mano se hizo experta,
abrazada a la luz de tu mirada.
Suspiro y cuerpo compartimos,
fuimos el uno para el otro.
Quitaron la mitad de mi existencia,
y la mitad que me dejaron,
sigue sangrando y duele.
Hoy solitario nada espero,
el tiempo es un alud,
que ciega y enmudece
y la canción desaparece.
¿Que es del amor, donde se esconde?
Todo es silencio y rutilar de estrellas.
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